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Usualmente cuando uno está ocupado en su ir y venir por la universidad deja de prestar atención a lo que le rodea. Ni compañeros ni profesores de salvan de ser ignorados y mucho menos las lechuzas que habitan en la misma universidad, uno a penas las ve pasar en el día para luego perderlas de vista y por las noches las ves sobrevolar por el grass, cazando seguramente animalillos e insectos.
Las diminutas aves son prácticamente invisibles a nuestros ojos por su color, entre arenoso y pardusco, que se pierde entre los terrenos sin asfaltar de la universidad, no es como si se les prestará mucha atención tampoco, pero quizá si se debería. Nadie se pone a pensar que mientras nuestro campus crece y se llena cada vez de más alumnos y más edificios, las lechuzas van perdiendo más y más tierra para tener nidos y polluelos y ni qué decir para cazar.
Claro que les quedarán más llanuras y arenales a lo largo de Lambayeque en caso que de la San Martin siga derribando árboles, como ya ha hecho, y construyendo nuevos pabellones, pero ese no es mi punto. Me refiero a que si te paras a pensar más allá de las lechuzas, cada vez Lambayeque está perdiendo más y más de sus zonas verdes y terrenos de cultivo, mientras que por un lado es buena la urbanización también es preocupante que sólo se piense en el tan afamado “desarrollo” y se deje de lado el cuidado de la vida silvestre que nos rodea.
¿A dónde van ir a parar todos esos animales típicos de nuestra zona? ¿Las lechuzas, los huerequeques, las pavas, y muchos otros? Aún cuando tengamos reservas como la de Chaparrí, donde se cuida de animales en peligro de extinción, creo que hace falta mucho más que eso para salvar a nuestra ciudad, y esto hablando solamente a nivel micro, de la desforestación total.
No basta con recortar pequeños pedazos de tierra y decir, aquí no vamos a pisar lo bonito del verde ni cazar o maltratar sus animalitos. Necesitamos no solo concientizar a las personas sobre la fauna y flora de nuestra localidad, sino también implementar planes que nos ayuden a preservar zonas libres del paso humano para dejar a nuestra naturaleza seguir creciendo y desarrollándose, al final si perdemos la esencia natural de nuestro planeta los que vamos a terminar perdidos somos nosotros.
Las diminutas aves son prácticamente invisibles a nuestros ojos por su color, entre arenoso y pardusco, que se pierde entre los terrenos sin asfaltar de la universidad, no es como si se les prestará mucha atención tampoco, pero quizá si se debería. Nadie se pone a pensar que mientras nuestro campus crece y se llena cada vez de más alumnos y más edificios, las lechuzas van perdiendo más y más tierra para tener nidos y polluelos y ni qué decir para cazar.
Claro que les quedarán más llanuras y arenales a lo largo de Lambayeque en caso que de la San Martin siga derribando árboles, como ya ha hecho, y construyendo nuevos pabellones, pero ese no es mi punto. Me refiero a que si te paras a pensar más allá de las lechuzas, cada vez Lambayeque está perdiendo más y más de sus zonas verdes y terrenos de cultivo, mientras que por un lado es buena la urbanización también es preocupante que sólo se piense en el tan afamado “desarrollo” y se deje de lado el cuidado de la vida silvestre que nos rodea.
¿A dónde van ir a parar todos esos animales típicos de nuestra zona? ¿Las lechuzas, los huerequeques, las pavas, y muchos otros? Aún cuando tengamos reservas como la de Chaparrí, donde se cuida de animales en peligro de extinción, creo que hace falta mucho más que eso para salvar a nuestra ciudad, y esto hablando solamente a nivel micro, de la desforestación total.
No basta con recortar pequeños pedazos de tierra y decir, aquí no vamos a pisar lo bonito del verde ni cazar o maltratar sus animalitos. Necesitamos no solo concientizar a las personas sobre la fauna y flora de nuestra localidad, sino también implementar planes que nos ayuden a preservar zonas libres del paso humano para dejar a nuestra naturaleza seguir creciendo y desarrollándose, al final si perdemos la esencia natural de nuestro planeta los que vamos a terminar perdidos somos nosotros.